Ilustración de Clay Wagstaff.
Signo hermético del aire, triángulo vacío que apunta hacia lo alto. En los días tranquilos la pirámide verde del árbol se sostiene en el aire en perfecto equilibrio. En los días de viento, las ramas, al agitarse, inician el comienzo de un vuelo.
El agua que por sí misma cede y desciende. Y por eso es apropiado aplicarle el calificativo franciscano: umile.
Las raíces hincadas en el suelo, las ramas que protegen los juegos de la ardilla, el nido y los cantos de los pájaros, la sombra otorgada a las bestias y a los hombres, la copa en pleno cielo. ¿Conoces una manera de existir más sabia y más benéfica?
Traducción de Emma Calatayud
El tiempo, gran escultor (1983)
Marguerite Yourcenar
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