jueves, 5 de octubre de 2017

Biografía del silencio

Fabiana Kofman. Simetría.

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El apego es completamente independiente de aquello a lo que se está apegado. Podemos sentir apego hacia nuestra madre, pero también hacia un simple cuaderno (¡y este segundo apego puede ser incluso más visceral que el primero!). El apego tiene que ver con el aparato ideológico que rodea a lo que tenemos y, sobre todo, a nuestra manera de tener o no tener. La meditación es una manera para purgar el apego; de ahí que no sea agradable en primera instancia. Solo atravesada esa vía purgativa es también la meditación una vía iluminativa; pero el camino merece la pena recorrerlo aun cuando no se llegue a una gran iluminación. La simple purgación -y no es simple- compensa.
En el fondo da igual si se avanza mucho o poco, lo importante es avanzar siempre, perseverar, dar un paso cada día. La satisfacción no se obtiene en la meta, sino en el camino mismo. El hombre es un peregrino, un homo viator
En la meditación he aprendido -estoy aprendiendo- que nada es más fuerte que yo sino me apego a ello. Por supuesto que las cosas me tocan, los virus me infectan, las corrientes me arrastran o las tentaciones me tientan; por supuesto que tengo hambre si no como, sed si no bebo, sueño si no duermo; por supuesto que soy sensible a la caricia de una mujer, a la mano extendida de un mendigo, al lamento de un enfermo o al grito de un bebé. Pero una vez tocado o infectado, tentado o arrastrado, una vez enamorado o afligido soy yo quien decide -como señor- cómo vivir esa caricia o esa bofetada, ese grito o ese gemido, cómo reaccionar a esa corriente o responder a ese reclamo. Mientras pueda decir «yo», soy el señor; soy también criatura, desde luego, pero tengo una conciencia que, sin dejar mi condición de criatura, me eleva a un rango superior.

Biografía del silencio (2012)
Pablo dÒrs

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