sábado, 14 de octubre de 2017

I Ching

Hermann Hesse. Mi credo.

Hay libros, libros de santidad y sabiduría, en cuya compañía y atmósfera se puede vivir durante años; libros que es imposible leer como se leen otros libros. Hay partes de la Biblia que pertenecen a esta categoría, y el Tao-te-King. Es suficiente una sola frase de estos libros para sentirse colmado, para ocuparse y reflexionar durante mucho tiempo. Estos libros se tienen al alcance de la mano o se llevan en el bolsillo cuando se va a pasear por el bosque, y nunca se leen durante media hora seguida, sino que cada vez se toma una sentencia, una línea, para meditar sobre ella, para conocer un poco más —después de las futilidades del día, incluidas las otras lecturas— la escala de valores de los grandes y los santos.
Considero una dicha haber encontrado un libro equiparable a estos dos. Evidentemente, como los otros, es un libro muy antiguo, se remonta a miles de años, pero hasta ahora no se había intentado traducirlo al alemán. Se titula I Ching, el libro de las transformaciones, y contiene la antigua sabiduría y magia de China. Se puede utilizar como libro de oráculos para hallar consejos en los momentos difíciles de la vida. Se puede utilizar y apreciarlo «sólo» a causa de su sabiduría. Hay en este libro, que nunca podré comprender más que intuitivamente y en momentos aislados, un sistema de símiles para todo el mundo, basado en ocho cualidades o imágenes; de ellas. las dos primeras son el cielo y la tierra, el padre y la madre, el fuerte y el dócil. Esas ocho cualidades son expresadas por sendos signos de gran sencillez, que se combinan entre sí y ofrecen sesenta y cuatro posibilidades, en las cuales se basa el oráculo. Se pregunta al oráculo y se obtiene más o menos esta respuesta: «Verdad interior: cerdos y peces, ¡Salvación! Es necesario cruzar el gran río. es preciso tener perseverancia». Entonces se puede meditar sobre ello; además, dispone de comentarios.
Este libro de las transformaciones está desde hace medio año en mi dormitorio, y nunca he leído más de una página seguida. Cuando miramos una de las combinaciones de signos, nos sentimos invadidos por Ch'ien, el Creador, y por Sun, el Bondadoso, por lo que no es lectura, ni tampoco meditación, sino una contemplación de agua corriente o nubes pasajeras. Todo cuanto podemos pensar o vivir está escrito ahí.
(1925)
Traducción de Pilar Giralt

Mi credo
Hermann Hesse

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